De las ideas


El cerebro, maravillosa creación de la evolución animal. Órgano capaz de procesar una incontable cantidad de datos por minuto. De generar las imágenes del mundo que captan nuestro ojos, procesar sonidos y gustos.
El genio, como «capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables», utiliza al máximo las posibilidades que brinda el anterior y logra construir pensamientos internos, abstractos, sin estímulos del afuera. Posee la autonomía para generar, bajo la protección del cráneo, información propia, única, compleja. La capacidad para construir pensamientos como si fueran edificios, parte por parte, viga por viga y columna por columna, minuciosamente, para a la vez, agruparlos en laberínticas teorías. Logra sorprendernos con la maravillosa arquitectura de las ideas humanas, ideas que van desde lo más concreto de la fusión nuclear hasta lo más abstracto de los pensamientos sin forma ni sentido.
Daría lo poco que tengo por poder imprimir con planos, esquemas, diagramas, rótulos y un obsesivo sistema de identificación, las ideas que genero en mis largas noches de insomnio, en mis viajes en colectivo o duchas de agua caliente, que de otra manera se esfuman en la nebulosa de la inconsciencia. Encuadernarlas en prolijos informes técnicos de lo más completos y archivarlas una por una, en orden alfabético, en un eterno pasillo revestido por cajoneras sin fin. Explorarlas, mejorarlas y tal vez compartirlas.
Pero sobre todo, no perderlas.