Super Combo


Luego de que parte de mi piel pase de su habitual color blanco vampiresco a un rosado/bordo, resultado de la exposición a los rayos emitidos por esa pelota de fuego que gira sobre nuestras cabezas (O eramos nosotros los que girábamos alrededor? Mmm...), decidí refugiarme de su radiación bajo el techo de mi hogar. Muy bien, mi piel esta a salvo, por ahora. Pero luego de mirar a mi alrededor me vino una pregunta a mi cabeza: Que pasa con todas estas cosas que emiten señales que hay dentro de mi casa?
O sea, estoy en el comedor escribiendo esto con una laptop conectada a Internet por Wi-Fi; allá al fondo esta la radio que quedo prendida de hoy a la mañana, donde se oye alguno de estos hits de rock nacional que suenan todos iguales; a mi derecha esta mi celular y por algun lado esta escondido el telefono inalambrico (Bajo el sillón? En la heladera?), que mediante al Dect 6.0 Interference Free Comunication se conecta al aparato base enchufado a la linea. Son cuatro ondas o señales o lo que sean que en este mismo momento atraviesan mi cabeza. Super combo de cocción cerebral.
Bueno, las empresas y los estudios suelen decir que no es asi, pero quien sabe, no me parecería raro que la exposición prolongada a estas microondas pueda causar algún que otro problemita de salud. Aunque quizás sean tantos años de exposición que para entonces la medicina halla avanzado al punto tal de poder curar estos efectos. O quizás para entonces los humanos evolucionen en mutantes que captan e interpretan las señales electrónicas. Yeah.
Bueno, no se. Lo que leí sobre los efectos de los teléfonos móviles generalmente decía que no pasa nada, pero por las dudas siempre que puedo dejo mi celular lejos de mi cuerpo, y especialmente mi cabeza.

Del dolor.


Recibo un llamado y decido partir hacia la aventura, como cuando éramos niños salvajes y con taparrabo correteábamos por el polvoriento barrio. Salgo de mi rutina, me dirijo al galpón, entre oscuridad y polvo diviso mi vehículo. Allí está, con su silueta estilizada, con su color naranja desteñido por interminables tardes de uso. La libero de las telarañas que entre alambres, herramientas y hierbas la atrapan, una limpieza superficial para devolverle el brillo de sus años de gloria y me dispongo a partir. Todo un mundo me espera. Coloco mi pantalón dentro de la media, me subo y empiezo a pedalear, miles de recuerdos recorren mi cerebro a una velocidad desorbitante, apunto hacia la bajada y pedaleo mas rápido todavía, de repente me acuerdo de probar los frenos, cuesta pero logro controlar la velocidad, al pasar por un pozo siento un pequeño descontrol y recuerdo antiguas caídas, aquellas tristes sensaciones. Trato de olvidarme y continúo pedaleando, doblo a la derecha, la bajada continua, cambiando de lugar la cadena para aumentar la velocidad y algo se traba, miro para abajo entre mis piernas para entender qué pasa, pedaleo mas rápido para lograr que engrane. De repente algo sucede, no entiendo bien qué, pero mi cuerpo esta volando por sobre el vehículo, mis ojos siguen mirando para abajo, algo me frenó en seco y salí despedido, la situación se vuelve insoportable, sé que algo malo esta a punto de suceder, siento el viento en mi cara, cada vez estoy más cerca del piso, sé que lo que va a pasar va a ser terrible y quiero que suceda lo mas rápido posible, la ansiedad me mata, impacto cuando menos lo esperaba y el golpe es tremendo, ruedo, siento el polvo en mi cuerpo, las piedras, la dureza del terreno, la aridez como una lija. Logro incorporarme, miro a mi alrededor, no entiendo qué pasa, por unos segundo no siento dolor, esa increíble sensación de “tengo el cuerpo destruido pero todavía no siento nada”, estoy seguro de que cuando llegue va a ser horripilante, pero se ve que nuestro mágico sistema nervioso nos da unos segundos de paz para poder afrontar este tipo de eventos con mas tranquilidad, miro mis extremidades, codos, rodillas, manos, todas sangran. Y de repente el dolor que tanto se hizo esperar llega, comienza como un fuertísimo ardor en la palma de las manos y en cuestión de milisegundos abarca todo el cuerpo, un dolor agudo, casi insoportable, empieza la desesperación, grito con fuerza y aprieto mis puños. Me caí de la bicicleta.