De las ideas


El cerebro, maravillosa creación de la evolución animal. Órgano capaz de procesar una incontable cantidad de datos por minuto. De generar las imágenes del mundo que captan nuestro ojos, procesar sonidos y gustos.
El genio, como «capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables», utiliza al máximo las posibilidades que brinda el anterior y logra construir pensamientos internos, abstractos, sin estímulos del afuera. Posee la autonomía para generar, bajo la protección del cráneo, información propia, única, compleja. La capacidad para construir pensamientos como si fueran edificios, parte por parte, viga por viga y columna por columna, minuciosamente, para a la vez, agruparlos en laberínticas teorías. Logra sorprendernos con la maravillosa arquitectura de las ideas humanas, ideas que van desde lo más concreto de la fusión nuclear hasta lo más abstracto de los pensamientos sin forma ni sentido.
Daría lo poco que tengo por poder imprimir con planos, esquemas, diagramas, rótulos y un obsesivo sistema de identificación, las ideas que genero en mis largas noches de insomnio, en mis viajes en colectivo o duchas de agua caliente, que de otra manera se esfuman en la nebulosa de la inconsciencia. Encuadernarlas en prolijos informes técnicos de lo más completos y archivarlas una por una, en orden alfabético, en un eterno pasillo revestido por cajoneras sin fin. Explorarlas, mejorarlas y tal vez compartirlas.
Pero sobre todo, no perderlas.

Al revés

Le corté, le dije que lo nuestro no daba para más, que ya no era lo mismo, que la relación se había desgastado con la convivencia, que tanto tiempo juntos nos había vuelto mutuamente insoportables. Le dije todas esas cosas que se dicen cuando algo inevitablemente se termina. Nos abrazamos, ella lloraba, a mi me caían lagrimas. En su llanto pudo soltar lo que había guardado tanto tiempo, me dijo que soy un tipo frío, que no me intereso por la gente, egoísta, que no soy sincero. Me dijo que siempre, pero siempre, doy vuelta las cosas. Tal vez por eso me dejó.

La búsqueda

Ahí venía, volvía caminando desde lo de mi tía. Una cuadra, dos cuadras, tres cuadras, nada relevante. Ahí venía, estaba buscando algo que me sorprenda. Siempre que camino por esta ciudad encuentro algo interesante, situaciones tristes o divertidas, extrañas o cotidianas, situaciones que te hacen reír como un loco y sentir ese escalofrío que recorre tu espalda tensionando todos los músculos de tu cuerpo hasta la punta de los dedos; o esas que llegás a tu casa y no podés dormir llorando, mientras le pegás al colchón y pensás “La puta, qué de mierda es esta vida”. Ahí venía, llega un punto en el que si no encontrás nada empezás a forzar las cosas, querés autosorprenderte, buscás situaciones donde no las hay, querés encontrar algo pero no aparece. Entonces cagaste, porque estás a la expectativa y lo interesante, lo indispensable en ésto, es no verlo venir, estar justo enfrente cuando de repente la sorpresa te golpea a toda velocidad y te hace sentir más vivo, más vivo que nunca. Ahí venía, al rato la charla con mis compañeros de caminata me hizo olvidar mi búsqueda de situaciones y bajé la guardia, nuevamente mi ser estaba preparado para ser arrollado por la increíble sensación de la sorpresa. Hizo falta un semáforo cambiando a rojo que no me permitió cruzar Santa Fe y me retrasó unos segundos, para que mi humanidad y la sorpresa puedan encontrarse en aquella esquina, ¿acto del destino? Tal vez. ¿Consecuencia de la casualidad? Seguro. Sea cual sea la razón, ni a mí ni a ella nos importó, nos cruzamos. Algo interrumpió la charla, levanté la vista y vi a dos pibes esquivando bocinazos, uno tenía un oso de peluche rosa que debería medir un metro y medio, el otro llevaba en sus manos la mayor cantidad de flores que jamás vi, me quedé helado, sentí el escalofrío, vino la risa, la risa de loco. Logran cruzar la calle en rojo y pasan a mi lado, el del oso increíblemente se hace cargo del juguete y de las flores, el otro le dice “Es la que está de espaldas” y se queda a mi lado mientras lo observamos alejarse en dirección a una chica que espera el colectivo y que no se percató de lo que sucede. El pibe me mira, le sonrío.

– ¿Funcionará? –me pregunta casi desesperado.
– Ojalá.

Una de fantasmas?

Suena el telefono.

-Hola?
-Coffee, soy yo, Pablo.
-Que haces Pablin, todo bien?
-Si. Che, 'cuchame, te acordas de lo de hoy, no?
-Eh... Si.
-Vas?

Ahi recuerdo porque no tenia que atender. Me quiero quedar en casa y no me quedan mas excusas para no salir.

-Eh... Si, bueno, dale.
-Bueno, te paso a buscar a las dos. Nos vemos.
-Chau.

Son las dos menos diez. Estoy en el MSN. Lo veo a Pablo conectado y le escribo.

Coffee dice: 
venis boludo?

HAIRY BALLS dice:
si ahi voy

Coffee dice:
ahora?

HAIRY BALLS dice:
si voy a cagar y salgo

HAIRY BALLS aparece como desconectado.

Son las dos y media. Me empiezo a poner nervioso. Llamo a Pablo a la casa y no conteta, tampoco en el celular.
Son las tres, lo llamo de nuevo, no contesta, lo empiezo a putear.
Son las cuatro. Suena el timbre.
-Al fin! -me acerco a la puerta y empiezo a abrir- cuanto tardas en cagar, pelotudo?
Pero frente a mi no esta Pablo. Es mamá. Esta llorando.
-Mamá...
Mamá se acerca y me abraza muy fuerte.
-Que pasa, mamá? -le digo, acariciandole la espalda. Mamá me suelta y me mira fijo.
-No te enteraste?

Es de noche. Llueve mucho. Estamos parados afuera del velatorio, bajo un techito. La mamá de Pablo, Liliana, llora abrazada a Joaquin, su otro hijo, el que le queda. Siempre lo odie a Joaquin, por que es un pelotudo. Pelotudo enserio. Pero en este momento no puedo odiarlo. No puedo sentir nada, enrealidad, todavia no puedo procesar lo que paso. No puede ser, pienso.
Pego un largo suspiro y la miro a mamá.
-Ma, me voy a la mierda.
-No queres quedarte? Vamos a ir a cenar con...
-No, no. Me voy.

Pasa una semana, o capaz dos. Es de noche. En mi cuarto hay una mezcla de olores espantosa, pero hace un frio de cagarse y me niego a abrir la ventana.
Me lavo la cara en el baño. Me miro al espejo y veo mis grandes ojeras y mis ojos rojos. Tengo mucho sueño, pero no me puedo dormir.
Vuelvo a mi pieza, a la computadora, y dejo el MSN conectado mientras reviso los mails.
De repente escucho las campanitas del messenger, el PIRIRIP!, y en la esquina de abajo, a la derecha del monitor, se dibuja el cuadradito donde se lee:

HAIRY BALLS dice:
hola

Al principio no reacciono. Necesito dormir, pienso, estoy viendo cosas. Pero el botoncito en la barra de inicio que dice "HAIRY BALLS" sigue ahi y esta pintado de naranja. Vuelvo a escuchar las campanitas.
Abro la ventana del MSN.

Coffee dice:
quien sos?

HAIRY BALLS dice:
soy yo

Coffee dice:
joaquin? no es gracioso, no seas pelotudo

HAIRY BALLS dice:
no soy joaquin
soy yo
pablo

Coffee dice:
eeh porque no te vas a cagar
que estas, enfermo?

HAIRY BALLS dice:
coffee soy yo enserio

No se si es el insomnio. O capaz estoy dormido, al fin.
No se que hacer, no puedo pensar, así que me empiezo a dejar llevar por la situación.
Seguro es el pelotudo de Joaquin.

Coffee dice:
y que, me hablas desde el mas alla?

HAIRY BALLS dice:
si si
che me tengo que ir en un toque eh

Coffee dice:
te llama tu mama para ir a comer, joaquin?

HAIRY BALLS dice:
ya te dije que soy yo

Coffee dice:
jaja bueno a ver
como se si sos vos?

HAIRY BALLS dice:
preguntame lo que quieras

Coffee dice:
que fue lo ultimo que me dijiste ese dia? 

HAIRY BALLS dice:
que te iba a pasar a buscar a las dos
no
espera
que iba a cagar y salia 
por aca te lo dije

Siento un pinchazo en el pecho, acompañado de una sensación extraña. No puede ser, pienso. Agarro el telefono y llamo a lo de Pablo. Me atiende Liliana.

-Hola Liliana, soy Coffee.
-Hola.
-Me pasas a Joaquin?
-Se esta bañando Joaquin.
-Se metio recien?
-No, esta hace un rato. Le digo que te llame cuando salga?
-No, deja, gracias. Chau.

Cuelgo. Vuelvo la mirada al monitor. Me rasco la cabeza. Me froto los ojos.
Esto es raro.

Coffee dice:
eh
y como...

HAIRY BALLS dice:
pusieron WI-FI aca

COffee dice:
Wi-FI?

HAIRY BALLS dice:
si, 3 megas

Coffee dice:
pero

HAIRY BALLS dice:
si, llegó recien 
arriba ya tenian hace un tiempo 
pero aca abajo no

COffee dice:
arriba??!
ACA ABAJO???!!

HAIRY BALLS dice:
si, parece que se derretian los cables o no se que

COffee dice:
QUE??

HAIRY BALLS dice:
che me tengo que ir
nos vemos
y no dentro de mucho eh
jajaja
suerte

Coffee dice:
QUEE??!!

Coffee dice:
pablo
pablo

Coffee dice:
pablo

x. No se pudo entregar el mensaje siguiente a todos los destinatarios:

Coffee dice:
pablo
pablo

x. No se pudo entregar el mensaje siguiente a todos los destinatarios:

Coffee dice:
pablo

Ataduras

No iba a ser un día como cualquier otro en la vida de Carolina. Se había ido a dormir a las 4:45 de la mañana luego de bailar con sus amigas en un bar a tres cuadras de su departamento, al llegar se había sacado la ropa, la había doblado y como siempre la había dejado en la silla al lado del escritorio. Finalmente, se metió en la cama y dejó que su inconsciente tomara el control por unas horas. Soñó con la playa, el mar, el ruido del mar y por supuesto el olor a mar. A las 7:35 sonó el despertador, lo apagó. A los cuatro minutos sonó nuevamente y no le quedó otra opción que levantarse y afrontar la triste idea de ir a su clase de matemática. Se lavó los dientes como todas las mañanas, pensando en el chico del colectivo, sin imaginarse que lo que pasaría luego cambiaría su vida para siempre. Salió del baño, dobló a la derecha y alcanzó a hacer dos pasos hacia la cocina antes de empezar a gritar desesperadamente. Ahí estaba, con toda su «bichosidad» potenciada al cuadrado, sus alas fibrosas, sus brillantes ojos (cientos de ellos), su cuerpo gordo color marrón, su boca llena de alguna especie de saliva repugnante y todas esas cosas que componían su inmunda apariencia. Carolina no les tenía fobia a los bichos, les tenía terror. Al verlo los gritos brotaron como vómito desde su garganta sin ningún tipo de control, quería correr en dirección opuesta pero sus pies estaban atornillados al piso, estaba consciente de la situación pero no tenía manejo de su cuerpo. La desesperación por no poder reaccionar comenzó a ser mayor que la producida por el insecto en cuestión, pensaba en moverse pero el cuerpo no le respondía, estaba atada por sus miedos, por sus pesadillas de infancia, por sus traumas y aquella publicidad de Los expedientes secretos X que no la dejó conciliar el sueño durante más de 3 meses. La situación pareció congelarse, el bicho quedó flotando en el aire pero sus alas ya no se movían. Carolina se concentró en lograrlo y con todas sus fuerzas intento mover las piernas, esta vez tratando se acercarse al individuo alado, estaba a punto de afrontar sus miedos, de matarlo y dejar atrás, de una vez por todas, esos tormentos que no la dejaban en paz. Tan cerca estuvo, que hoy en día al contar la anécdota duda sobre qué fue lo que realmente ocurrió, no se acuerda si logró moverse y el bicho terminó sus días aplastado entre sus manos o, si ella terminó encerrada en su habitación llamando, hundida en el llanto, a su papá para que venga desde Rio Gallegos a solucionar el problema.

Dicen II

Viene de Dicen (click!). Verlo primero, en lo posible.


Momentos

#1: LA CONVERSACIÓN DE ASCENSOR


Propongo que al que se le ocurran otros tipicos momentos o situaciones incomodas que la diga abajo (En los comentarios) y vemos si la podemos exprimir.

Dicen

Un poco de historia, por Proshhect

La triste vida, por Proshhect



Historias de Café


Ahí estaba, a sólo unas palabras de llegar a la adultez. A unas palabras de dejar la difícil adolescencia atrás y convertirme en un hombre. Eran las nueve la de la mañana de un día soleado, el verano había llegado tarde pero en esa mañana alcanzaba su máxima expresión. Ya había abandonado mi aceitoso vehículo en el taller mecánico, “pásate a las doce, seguro lo tenemos cocinado” fue lo último que escuché antes de alejarme de aquel hombre demasiado limpio, a mi parecer, para reparar automóviles. Caminé unas cuadras pensando en qué iba a ocupar las próximas tres horas. Observé a la gente pasar, como de costumbre, e imagine sus vidas y sus presentes, el porqué de sus alegrías y sus tristezas hasta que de repente, lo sentí. Sabía que algo importante tenía que pasar, que iba a ser mi decisión permitirlo o dejarlo ir. Levanté la vista y vi aquella confitería, icono si los hay de la mañana del ciudadano adulto. Siempre soñé con despertarme temprano e ingresar en la ciudad en busca de cumplir algún objetivo determinado, previo paso por algún pintoresco café. Siempre anhelé, sobre todo, la parte final. El café. En sus dos interpretaciones, el local comercial y la bebida marrón en sí. A este tipo de locales he ingresado en mis casi veinte años, pero nunca para cumplir el mágico ritual de leer el diario y beber la famosa infusión a la que hice referencia, nunca ingrese con la seriedad que merece y muchísimo menos a tomar un café, ya que mi organismo lo detesta aunque mi mente lo desea desesperadamente. Ahí esta mi persona, dividida. Por un lado la parte de mi que no quiere crecer, y sabe, que empezar a tomar café sería abandonar la infancia y asumir la adultez que tanto le aterra. La otra está lista, o eso cree, para asumir las responsabilidades y disfrutar las libertades de la vida adulta, quiere abandonar la inutilidad de la adolescencia y ser parte activa de la sociedad. Con esta guerra de opiniones desarrollándose en mi cabeza ingresé al lugar, agarré un diario y elegí una mesa con vista a la calle, me senté y espere a que se acercara la moza con la idea de esgrimir el famoso "un cortado por favor". Ahí estaba, a sólo unas palabras de llegar a la adultez. A unas palabras de dejar la difícil adolescencia atrás y convertirme en un hombre. Hice mi pedido y esperé mientras leía sobre actualidad en la edición del día anterior. La gente a mi alrededor asumió que era un adulto más, y que al igual que ellos estaba por saborear aquella bebida de la que tanto hemos hablado, lo que nadie supo, fue que no tuve el tupé. Y acompañando las medialunas… ...Pedí un chocolate caliente.

Sexto grado, los huesos y las estrellas.

Amigos, amigas, señores y señoras, luego de unos días de playa, deporte y ocio mirando el trío de señales televisivas: canal descubrir, geografía nacional y canal historia, tuve la suerte de observar cerca de las 3 a.m. una serie de programas sobre la materia y su composición. A modo de plagio / resumen / conclusión propia va el siguiente escrito.




Como todos sabemos luego de haber terminado 6to grado, existe algo que se llama molécula y algo todavía más pequeño que se llama átomo, sabemos que el átomo posee un núcleo, electrones, protones y neutrones o algo parecido. Termine 6to grado pero no lo tengo muy claro aun, de todos modos creo que ni el profesor que me dictó una parte de un libro, ni el escritor que escribió el libro, ni el científico que lo dijo lo tienen realmente claro. Pero bueno, dejando de lado mi ignorancia e incredulidad en el asunto, sigamos adelante. Asumiendo que toda esa historia de los electrones es real, todo lo que vemos alrededor esta formado por átomos, átomos de 94 elementos diferentes (aunque suene un poco absurdo) conforman la madera, tu monitor, mi sangre, la tuya y la de tu abuela. Estas casi 8 docenas de elementos, combinados de diferentes maneras, generan una increíble diversidad de materiales, tejidos, metales, líquidos, gases, etc. Hasta este punto lo tenía bastante claro, el asunto que me hizo pensar fue el segmento en el que hablaron sobre la procedencia y el destino de los átomos. Los elementos se encuentran dando vueltas por el universo desde su creación, tema del que ya hemos hablado, ese cuento de niños sobre la gran explosión y la mágica creación de todo, de muy dudosa credibilidad por cierto, pero nuevamente dejemos el cuestionamiento de lado porque sino no avanzamos mas. Los átomos están dando vueltas hace 13.500 millones de años sin destruirse ni modificarse, pero uniéndose o separándose de otros átomos, reciclando materiales eternamente. Así es como el átomo de calcio, que estaba en alguna estrella lejana conformando quién sabe qué, se desprendió generando un meteorito que viajó millones de años luz hasta la tierra, para estrellarse y pasar a ser parte del suelo, de donde algún tipo de vida lo absorbió. Este individuo fue alimento de un terodáctilo, y el calcio pasó a ser parte de los huesos del reptil, luego el dinosaurio murió, sus huesos se descompusieron y el calcio volvió al suelo. Allí creció pasto y una vaca, al alimentarse, llevó el calcio a su leche, en mi niñez tomé un vaso de leche, mi cuerpo lo utilizó para mis huesos y ahí estará hasta que mi cuerpo se desintegre. Ese mismo átomo de calcio debe haber sido parte de millones de diferentes moléculas y lo seguirá siendo. Todo se reduce al famoso conjunto de ladrillos de plástico que iluminaron nuestra infancia, diferentes creaciones, las mismas piezas.

Vidrio de color, oro y PAPELITO$

Queridos lectores, pido disculpas por la falta de compromiso que mi persona ha tenido para con ustedes durante estas semanas. No pude actualizar nuestro humilde blog ya que una combinación de problemas personales, vacaciones en la Antártida y un nuevo trabajo que me mantiene ocupado desde las nueve de la noche hasta las nueve de la mañana todos los días dejándome someter como buen sudamericano a un par de extranjeros a cambio de billetes verdes (echo que ha inspirado el texto que precede esta introducción) me han mantenido alejado de la vida misma, tratando de acostumbrarme a vivir de noche y dormir de día la inspiración no abunda.



Nuestra vida se rige por algo que llamamos dinero, en Argentina mas conocido como plata o guita, que básicamente es un conjunto de piezas de metal y papeles de diferentes colores con dibujos interesantes e imágenes de… ¿próceres de nuestra historia? En el mas valioso, el violeta, esta el señor Julio Argentino Roca, un gran homicida que retrocedió 400 años y extermino a los habitantes nativos de la Patagonia como los españoles asesinaron a las principales culturas americanas. Pero ese es otro tema, volviendo a la esencia del artículo, dejemos de lado la falta de criterio de nuestros billetes criollos y concentrémonos en el dinero en si. Algunos dirán “te equivocas el dinero no rige mi vida, yo no soy materialista”, pero sin embargo todos trabajamos y ofrecemos nuestro tiempo, habilidades, conocimiento a alguien que tiene mas plata que nosotros y que con nuestros servicios va a hacer mas plata todavía. ¿Por qué lo hacemos?, no es que nos queramos comprar una televisión mas grande o un auto mas rápido, aunque muchísima gente si, es porque tenemos que comer, dormir bajo un techo, calentarnos, etc y todo esto, en nuestra moderna sociedad, se consigue dándole billetes a alguien. Pero ¿que son esos billetes? ¿Realmente valen algo? Nuestro querido Peso Argentino, esta respaldado por las reservas de nuestro banco central, tan mediatizado en este verano 2010. Estas son de algo así como 30.000.0000.000 dólares, no me imagino el espacio físico que esos billetes deben ocupar o lo que pesan, pero deben ser magnitudes importantes. De esta manera cuando nos dan un billete de 10 pesos sabemos que ese papelito vale ya que en algún lugar hay algo más de 2 dólares que lo respaldan, es algo así como el papel que se entrega en el supermercado cuando se lleva un envase de cerveza. Hasta este punto esta todo claro, pero ¿Por qué esos dólares valen? Valen porque (en teoría) en algún lugar de Estados Unidos tienen una bóveda con oro para respaldarlos, ellos son el imperio dominante de nuestro tiempo, ¿Quién los controla? ¿Tienen que rendirle cuantas a alguien? ¿Tendrán el oro necesario para respaldar los miles de trillones de dólares que hay dando vueltas por el mundo? Suponiendo que son personas de bien, que tienen el precioso metal y no nos están haciendo trampa ¿Por qué materia fecal le dan valor al oro si no sirve para nada? Si es solo porque es un bien escaso, ¿Por que respaldamos los billetes con oro y no con tigres de bengala o pandas chinos, que además de escasos se pueden comer?

Super Combo


Luego de que parte de mi piel pase de su habitual color blanco vampiresco a un rosado/bordo, resultado de la exposición a los rayos emitidos por esa pelota de fuego que gira sobre nuestras cabezas (O eramos nosotros los que girábamos alrededor? Mmm...), decidí refugiarme de su radiación bajo el techo de mi hogar. Muy bien, mi piel esta a salvo, por ahora. Pero luego de mirar a mi alrededor me vino una pregunta a mi cabeza: Que pasa con todas estas cosas que emiten señales que hay dentro de mi casa?
O sea, estoy en el comedor escribiendo esto con una laptop conectada a Internet por Wi-Fi; allá al fondo esta la radio que quedo prendida de hoy a la mañana, donde se oye alguno de estos hits de rock nacional que suenan todos iguales; a mi derecha esta mi celular y por algun lado esta escondido el telefono inalambrico (Bajo el sillón? En la heladera?), que mediante al Dect 6.0 Interference Free Comunication se conecta al aparato base enchufado a la linea. Son cuatro ondas o señales o lo que sean que en este mismo momento atraviesan mi cabeza. Super combo de cocción cerebral.
Bueno, las empresas y los estudios suelen decir que no es asi, pero quien sabe, no me parecería raro que la exposición prolongada a estas microondas pueda causar algún que otro problemita de salud. Aunque quizás sean tantos años de exposición que para entonces la medicina halla avanzado al punto tal de poder curar estos efectos. O quizás para entonces los humanos evolucionen en mutantes que captan e interpretan las señales electrónicas. Yeah.
Bueno, no se. Lo que leí sobre los efectos de los teléfonos móviles generalmente decía que no pasa nada, pero por las dudas siempre que puedo dejo mi celular lejos de mi cuerpo, y especialmente mi cabeza.

Del dolor.


Recibo un llamado y decido partir hacia la aventura, como cuando éramos niños salvajes y con taparrabo correteábamos por el polvoriento barrio. Salgo de mi rutina, me dirijo al galpón, entre oscuridad y polvo diviso mi vehículo. Allí está, con su silueta estilizada, con su color naranja desteñido por interminables tardes de uso. La libero de las telarañas que entre alambres, herramientas y hierbas la atrapan, una limpieza superficial para devolverle el brillo de sus años de gloria y me dispongo a partir. Todo un mundo me espera. Coloco mi pantalón dentro de la media, me subo y empiezo a pedalear, miles de recuerdos recorren mi cerebro a una velocidad desorbitante, apunto hacia la bajada y pedaleo mas rápido todavía, de repente me acuerdo de probar los frenos, cuesta pero logro controlar la velocidad, al pasar por un pozo siento un pequeño descontrol y recuerdo antiguas caídas, aquellas tristes sensaciones. Trato de olvidarme y continúo pedaleando, doblo a la derecha, la bajada continua, cambiando de lugar la cadena para aumentar la velocidad y algo se traba, miro para abajo entre mis piernas para entender qué pasa, pedaleo mas rápido para lograr que engrane. De repente algo sucede, no entiendo bien qué, pero mi cuerpo esta volando por sobre el vehículo, mis ojos siguen mirando para abajo, algo me frenó en seco y salí despedido, la situación se vuelve insoportable, sé que algo malo esta a punto de suceder, siento el viento en mi cara, cada vez estoy más cerca del piso, sé que lo que va a pasar va a ser terrible y quiero que suceda lo mas rápido posible, la ansiedad me mata, impacto cuando menos lo esperaba y el golpe es tremendo, ruedo, siento el polvo en mi cuerpo, las piedras, la dureza del terreno, la aridez como una lija. Logro incorporarme, miro a mi alrededor, no entiendo qué pasa, por unos segundo no siento dolor, esa increíble sensación de “tengo el cuerpo destruido pero todavía no siento nada”, estoy seguro de que cuando llegue va a ser horripilante, pero se ve que nuestro mágico sistema nervioso nos da unos segundos de paz para poder afrontar este tipo de eventos con mas tranquilidad, miro mis extremidades, codos, rodillas, manos, todas sangran. Y de repente el dolor que tanto se hizo esperar llega, comienza como un fuertísimo ardor en la palma de las manos y en cuestión de milisegundos abarca todo el cuerpo, un dolor agudo, casi insoportable, empieza la desesperación, grito con fuerza y aprieto mis puños. Me caí de la bicicleta.